De repente, oyó una voz que le interpeló diciendo: Levantó la cabeza y se encontró sentado a su lado un hombre mayor, con aspecto de profesor jubilado. Por eso pensaste lo que pensaste. De hecho, pensaba queÂdarme hasta que se marchen todos. Max charlaba animadamente con RoberÂto cuando se acercó una compañera para despedirse de ellos: âGracias por todo, Roberto. Gracias por todoâ. Rebeca empezaba a entrar en el razonamiento de Max, y necesitaba acabar de entenderlo: âPero, Max, cuando Tomás me ha explicado su situación, me he puesto en su piel, ¿no es eso pura empatÃa? Quizás efectivamente algo podÃa aprender de aquel incidente, ya que no se sentÃa en absoluto cómodo con la conversación que acababa de tener con su madre. El anciano continuó: âOtras son más sociológicas, como el hecho de que las redes proporcionan a los adolescentes un ámbito de libertad de comunicación que les permite decirse cosas que ni nosotros nos decÃamos ni ellos se dirÃan probablemente cara a cara. Estaba a punto de entrar en el coche cuando se dio cuenta de que junto a la puerta del acompañante un entrañable hombre mayor le llamaba la atención. Ana no articulaba palabra. Es la empatÃa proyectada. Pensó que quizás tendrÃa suerte y el tal Max viajarÃa a su mismo destino; podrÃan compartir viaje. Y no podemos conocerla si no escuchamos a los mayores.Las historias de nuestros abuelos son fundamentales para entender y dar sentido a mucho de lo que nos ocurre, y a menudo estamos tan llenos de actividades y tenemos a nuestro alrededor tantas distracciones que no nos paramos a escucharles. âEs lo que me pasa con ellas. âNo, no aprenderás de redes, por supuesto. Cuando a un ser querido se le detecta una enfermedad, la comunicación se transforma, pues nuestras angustias y las suyas crean interferencias y las palabras no fluyen como antes. Lo que le habÃa ocurrido aquella tarde era precisamente lo que Max describÃa en su mensaje: ella se habÃa dirigido a su compañera con la intención de darle un mensaje de reconciliación, pero ella habÃa captado un mensaje de enfado. Tú esperas de José Luis un determinado nivel de amistad, y puede que no sea el que él desea. En tu jardiÌn se estaÌ muy bien ahora y tambieÌn en verano. Apuraron el café en un revelador silencio. Y se encontró con un hombre mayor, que con una mirada cálida y la más encantadora de las sonrisas le dijo:âPerdone si la he molestado, no lo pretendÃa.âNo, no lo ha hecho. Tú piensas que a los demás les gusta tu máscara incluso más que tu verdadero rostro, pero las máscaras no nos gustan a nadie. Creo que le debemos un pequeño agradecimiento. HacÃa un sol radiante y, en el parque, un grupo de personas disfrutaban de la bondad del clima. Se giró para dirigirse a él pero para su sorpresa se encontró completamente solo en la terraza. Nacho percibió de inmediato la intención conciliadora en el tono de voz de aquel hombre, asà que decidió seguirle el juego. Se dio cuenta de que eso era más lo que le hubiera gustado sentir que lo que sentÃa en realidad. Disculpen ustedes. TenÃa todo el sentido del mundo, pero una gran duda lo asaltaba: âMax, lo entiendo y seguro que es cierto. âNo lo intenté, es verdad, pero es que no le podÃa decir que no. Me echa la culpa de su incompetencia. Javier se molestó. Necesitaba respirar, ya que se sentÃa confundido por el episodio que acababa de vivir. âEl problema es que te has puesto en su piel con tus sentimientos, no con los suyos. ¿Cómo te las vas a apañar solo? Pero por dejar de ahogarse uno no deberÃa ahogar a los demásâ¦. Tuvo la sensación de que aquella reveladora conversación no habÃa existido más que en su imaginación. ¿A quién dejarÃas fuera sin contemplaciones? âEl papel lo aguanta todo, Pablo, pero la realidad luego es muy distinta. O en la parada del metro o del autobús... â¿Y cómo sabemos que tenemos un café pendiente? Sin embargo, los tres amigos no habÃan vuelto a tener noticias de su viejo amigo. "A menudo evitamos dar malas noticias porque tenemos miedo a la reacción de los demás, a una respuesta negativa o a que piensen mal de nosotros. Con dos matices importantes: el primero, que ello no supone que renuncies a la iniciativa de entablar el diálogo y que te puedes permitir ir algo por delante, pero no demasiado. SabiÌa que aquel hombre teniÌa toda la razoÌn, pero algo le impediÌa hacerlo. La segunda es una actitud agresiva, que puede herir susceptibilidades y será un motivo de peso para enrarecer relaciones. Cuando te sientas preparada, será el momento de decÃrselo. Ella, agobiada, y dándose cuenta de que habÃa hablado sola, desvió su mirada y se puso de nuevo a mirar el móvil. Llegaron a la puerta del edificio. Con esta y con muchas otras virtudes que tienes. Porque quien se conoce a sà mismo sabe que una gota de su ser esconde toda la inmensidad del océano, que la riqueza depende de su deseo, que no hay que viajar a ningún lugar sino a nuestro interior y que el conocimiento no es nada sin la sabidurÃa. Alberto se quedoÌ parado. Buenas tardes: mi nombre es Juan Mendizábal, quiero hacer una maestría en arquitectura en la UCLA. Tampoco nos hubiera resuelto nadaâ¦âPermÃteme que te responda volviendo al punto de inicio: probablemente lo que más te hubiera ayudado es no hablar con él antes de haber resuelto tú, en tu interior, ese conflicto. Percibirá un espacio de confianza, que es probable que la anime a ella a hablar de ella.âLo dices muy seguro⦠¿Siempre funciona?âCasi siempre. Solamente asà podraÌs disfrutar de los merecidos halagos que recibes. Y tu sabidurÃa consiste en detectar cuándo es ese momento. Éstos son los principios en los que Norman basó PHTLS cuando desarrolló el … Le habÃa entrado un mensaje de Carmen que decÃa: â¿Dónde te has metido?â. Si lo que nos pide nos da mucho miedo o sobrepasa nuestra capacidad, busquemos ayuda en nuestro entorno o en un equipo profesional. En aquel momento escuchó una voz a su lado que le decÃa.âLo recordará, pero probablemente no lo haráâ¦. Puedes obtener distintas respuestas, desde el âvale, hablemosâ, que es un buen presagio de cómo irá la conversación, al âno tenemos nada de qué hablarâ, que es solo un aplazamiento, pasando por el âhablemos mañanaâ, que significa âdéjame prepararmeâ. Por eso los evito a toda costa. Es algo que se contagia. Y, cuando criticamos a los demás, es esencial percibir en qué nivel de seguridad personal se encuentra el otro. âEn toda amistad, en cuanto aparecen las expectativas, las decepciones acechan a la vuelta de la esquina. Y el motivo es muy claro: Si no nos hemos visto nunca, si no hemos compartido un encuentro fÃsico, los mensajes que nos enviamos no tienen una base sólida de interpretación. Tenemos que ver su uso como un posible aumento y una oportunidad de mejora de las relaciones, teniendo presente que nunca debe sustituir al contacto real. En su desesperación, y sin pensarlo dos veces, se lanzó a contarle: âSÃ, sin duda. Buscó a Max pero no lo encontró. Sin duda, esa era una norma que no se habÃa nunca planteado. Mi hija veraÌ que soy vulnerable. Verás, necesito decirte que no llego con tu encargo. Nacho escuchaba a su amigo en absoluto silencio, por lo que Max entendioÌ que podiÌa continuar su explicacioÌn: âEl sentimiento de culpa no es un sentimiento genuino en este caso. Intentaba asimilar aquella valiosa lección. Pero en cualquier caso no considero que me esté machacando. Llevaba un buen rato sentada en un banco de la calle, ya que no se sentÃa con fuerzas de volver a la oficina. Sin embargo, me temo que la realidad dista mucho de esta situación... âEs cierto. Al cabo de un momento, le dijo: âVale, voy a hacer lo que me dices, aunque no estoy convencida al cien por cien. ¿Acaso aquel hombre le leÃa la mente como en las pelÃculas?â. Pero no pudo decirlo. âYo me llamo Ana, y sÃ, creo que me vendrá bien desahogarme. Me llamo Max y solo tengo la intención de aprovechar tu espera para sugerirte algo que puede ayudarte. Son un magnÃfico preámbulo para el encuentro cara a cara, que será una fértil experiencia porque partirá de una base sólida. En caso de ser necesario, la reducción podrá ser trabajada con el grupo 11 de líneas. Sobre la barra solo habÃa una copa vacÃa, la de su cerveza. âSÃ, y si lo haces estarás ocupando un cubierto y dejando fuera a alguien que te apetece de verdad. Verás Ingrid, llevamos cinco minutos juntos en esta barra de bar, y en estos cinco minutos te has machacado a ti misma ya tres veces. ExistÃa en la antigua Aiodhia un niño bondadoso llamado Manoj. âCreo que querÃa decirle literalmente lo que he dicho: que hoy ha habido mucha gente a la que, como a mÃ, de entrada no ha visto. De hecho, reconocÃan que ellas mismas, siendo muy distintas, habÃan logrado una magnÃfica relación. âAhà lo tienes. Ãl miró hacia los lados ruborizado y lo negó con una expresión extraña. âEs que todavÃa no he digerido lo que me pasó ayer con Julia, mi cuñada y, claro está, tu nuera. Permanecieron en silencio. Entonces cuéntale exactamente esto, que sientes que no pasáis suficiente tiempo los dos solos. Puedo hacerlo porque tengo un buen trabajo y me lo puedo permitir, y sé que para mis hermanas serÃa un problema. No sabÃa si podÃa y querÃa sincerarse con aquel desconocido, por más que le cayera bien de entrada. Aquellas explicaciones les estaban cambiando algunos esquemas. Alba se sentÃa atrapada. âEstoy cien por cien integrado, Manuel, y trabajando a tope. Decidió responderle: âPues sÃ, la verdad. Nunca tenemos que dejar de explorar nuevas amistades. Era Jorge, el director de fábrica de su empresa, que la llamaba para avisarla de que un pedido que tenÃan pendiente no iba a poder entregarse aquella semana. Y, por supuesto, no exigirlas nunca. Me quedé hasta muy tarde haciéndolo, y sÃ, es cierto, habÃa errores. Pero tras haber leÃdo el mensaje de aquel tal Max, se daba perfecta de que todos estos pensamientos eran fruto de su miedo y que lo que estaba haciendo con su actitud era trasladarlo a su hijo sin más. DecÃa: âLo que tú has escuchado no es lo que yo tenÃa la intención de decir. Si quiere distraerse, os distraéis. âpreguntó Habiba, un tanto desesperada mirando cómo su hija se habÃa detenido en seco. Carmen se quedó pensativa. Verónica lanzó su última pregunta: âNo tienes garantÃa. Estamos los dos, Pepe y yo, navegando por nuestras redes, con nuestros respectivos amigos. ¿Y hay solución? Pero ¿cómo me escucho a mà misma? Esta vez optó por enviarles un correo con una pregunta muy directa: â¿Cuándo fue la última vez que os hirieron las palabras de alguien?â. Pasaron los meses y Manoj no volvió. Su padre también le imploró que volviera a casa, pero Manoj no veÃa en sus ojos más que la vergüenza de su propia reputación herida. El propietario, mirándolo con cara de extrañeza, le respondió: âMiguel, no sé de quién me hablas. Empiezo a comprender algunas cosas más de lo que ocurrió, y creo que ahora sà puedo decir, honestamente, que no estoy enfadado con mi compañero.âPues ese serÃa el buen momento para hablar con él, porque desde este estado emocional tus sentimientos no te jugarán una mala pasada. Nada más sentarse, el hombre le preguntó:â¿Muchos dÃas fuera de casa?âSolo una noche. No me cuenta nada de su vida personal, y mucho menos de sus sentimientos. Le indicó al camarero que querÃa pagar su café y el de su acompañante. Sin embargo, al cabo de una semana, recibió un correo electrónico. Y si el otro no está dispuesto a alcanzarlo, sencillamente se esfumará. Julia reflexionaba sobre aquellas ideas. Ciertamente, al empeñarse en subrayar los peligros del proyecto de Pablo, estaba siendo de las personas del primer grupo. Max se dio cuenta y empezó enseguida con sus explicaciones para rebajar la tensión del momento: âVerás, Ana, un âno puedoâ no es fácil de decir para algunos de nosotros. Y también que soy una irresponsable por no haber repasado un trabajo antes de entregarlo a otra persona para que lo lea. Max, plenamente consciente de la tensión que habÃa provocado, le dijo: âRoberto, hace por lo menos cuatro años que ya no te dedicas a la informática y sé que te horroriza hacer lo que te estoy pidiendo. Nos hablará de cosas, que no son las que verdaderamente importan. EntendÃa lo que Max le querÃa decir, pero le surgió inmediatamente una duda: â⦠tanto como para forzar que el otro continúe, esa es la historia. Significa que debemos estar abiertos a lo que nos pida. Por los altavoces anunciaron âpor finâ el embarque de su vuelo. Max disfrutaba de la escena. Tú tienes que mostrarle el camino. Claro que me gustarÃa. Estaban decididos a resolverlo aquella noche, porque lo que estaba claro es que, si todos habiÌan recibido simultaÌneamente el mensaje, es que Max creiÌa que esa habilidad comunicativa debiÌan trabajarla juntos. Es que he estado observando un rato precisamente para asegurarme, y he tenido la sensación de que era una mesa común, de esas que se comparten sin necesidad de conocerseâ¦. Pero tú tienes también la oportunidad de conseguir que lo que él te diga no te afecte como te afecta. Haz exactamente lo que te digo. âCarlos, ¿conoces al hombre mayor que estaba en la mesa al lado de la nuestra? En el vestÃbulo de la estación de tren, Carmen despedÃa a su hija, que volvÃa a su residencia de estudiante: âBueno, hija, buen viaje. La respuesta era fácil: porque no se habÃa dado cuenta de que en su interior continuaba profundamente enfadada. âNo es Vero la que habla, es Sara. Hay que quedar. ¿Y por qué habÃa ido a hablar con ella en ese estado? Max dejó que las palabras calasen hondo en ella y volviendo a la realidad del momento dijo: âSara, has escuchado la voz de Vero y de Carmen. Si aparece algo de todo esto..., la conversación fracasará. âTuÌ... nunca te mojas âdijo Martaâ. Me habiÌa estado llamando porque necesitaba el contacto de un meÌdico amigo miÌo... Max escuchaba el relato de Nacho con suma atencioÌn y, despueÌs de una breve pausa, anÌadioÌ: âMe siento absolutamente culpable, Max. Y no puedo hacer nada al respecto, pues, al fin y al cabo, eso te toca en la loterÃa de los genes. El tal Carlos se quedó de piedra y bajó la mirada. âCorrÃgeme si no es cierto, ya que solo puedo referirte algunos fragmentos de conversación que me llegaban, pero creo que le has estado hablando de cosas bastante Ãntimas, sin que ella te correspondiese en ningún momento. âMe parece complicado de llevar a la práctica. No olvidaban la prudencia, y mantenÃan un cierto miedo, pero habÃan contactado con el valor de estas herramientas cuando son bien usadas. Es que no sé si pienso algo o noâ¦. Hablaba por teleÌfono con un amigo acerca de un problema que habiÌa tenido con su hija Alba. Aprovechó para preguntarle a José, el camarero: â¿Conoces al anciano que está en la mesa contigua a la mÃa? Se debatÃa entre querer saber a qué se referÃa aquel hombre con lo que le habÃa dicho y el impulso natural de ignorarlo por completo y terminar allà mismo la conversación. Y tienes que cambiarlo por un âdéjame pensarloâ. Podremos no manifestarlos con las palabras que digamos, pero el cerebro es sincero por naturaleza, y el tono de voz y nuestros gestos nos delatarán inevitablemente en algún momento. En estas circunstancias, Miguel acabó monopolizando casi por completo el diálogo, hasta que Andrea, con el postre recién terminado, le anunció de forma precipitada que tenÃa que marcharse y se levantó. Se hizo un denso silencio en el grupo, que Max aprovechó para explicarse: âCreo que seguramente no sois muy conscientes de ello, porque hace mucho rato que no os escucháis unos a otros, pero vuestra opinión cada vez es más radical, y vuestra radicalidad se expresa ya como manifiesta hostilidad. Junto antes de llegar, Habiba se agachó hasta el oÃdo de su hija. âY de complicado. La sonrisa franca de aquel hombre hacÃa imposible que se tomase mal su injerencia. Y, en cualquier caso, es la única alternativa. Las personas acudirán sistemáticamente a ti cada vez que necesiten solucionar algo. Nacho accedió resignadamente y juntos se dirigieron a la cafeterÃa. âHay gente que se disculpa anÌadiendo una excusa. Esa es la auténtica felicidad que buscas desde tu infancia. âpreguntoÌ Alberto. âAhà está la clave: probablemente él, teniendo en cuenta su manera de ser, no te estaba queriendo decir nada de lo que tú has interpretado que habÃa detrás de sus palabras. Gracias a la conversacioÌn con Max, Nacho se habiÌa quitado un gran peso de encima. âY te sabe mal.âClaro, me entristece la sensación de poder perder a unos amigos.âPerder amigos, aunque te resulte extraño, no tiene por qué ser un problema. Pedir disculpas por lo que les haya podido molestar, y no tomarse a pecho los errores de los demás. Y en cuanto a si nos debemos callar o no algunas cosas para no herir a los otros, dejadme que la respuesta os la deÌ un famoso novelista, AndreÌ Maurois: "Ser sincero no consiste en decir todo lo que pensamos, sino en no decir nunca lo contrario a lo que pensamosâ. En un momento determinado pudo oÃr cómo esta le decÃa a su interlocutor: âNo puedo entender cómo Jaime no le ha dicho nada. La curiosidad se palpaba en el ambiente y Laura le preguntó: âClaro que sÃ. Y que esto cambiará muchas cosas en mi forma de tratar a los demás. RecÃbela en tu casa, cada mes y al mejor precio, La revista siempre disponible en tu dispositivo favorito. A su lado, un hombre mayor la observaba por el rabillo del ojo. Algo le decÃa que todo aquello tenÃa sentido, pero no lo acababa de ver. Amaya en un gesto automático bajó la pantalla de su portátil y le robó de forma simpática la tablet a Pepe, al mismo tiempo que le decÃa: âY tanta razón hay en esas palabras como que quiero pasar el resto del desayuno hablando contigo, Pepe, y sin interferencias. De hecho, él no hubiera podido confeccionar esa lista porque, efectivamente, no habÃa visto a esas personas. Les lanzó entonces el reto de descubrir las habilidades básicas para construir buenas relaciones con los demás. Y luego le dijo: âRoberto, ¿fue tuya la idea de reunirnos? Sin embargo, al volver a la mesa, se la encontró vacÃa y limpia, con un servicio intacto. De repente sonó su móvil. Estaba mostrando una evidente falta de confianza en su hijo. âSÃ, eso hacÃa. El tren empezó a detenerse. Alberto se levantoÌ, y todaviÌa con el moÌvil en la oreja, miroÌ fugazmente al hombre mayor y le hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida. ¿Qué ocurre con la adicción? âA ver, Max, llevamos juntos diez años y nos va bien. Asintieron y se giraron para invitarlo; sin embargo, como por arte de magia, el hombre habÃa desaparecido. Se fue de la companÌiÌa hace dos anÌos para trabajar por su cuenta, y yo sabiÌa que no le iban muy bien las cosas. Pero tambieÌn pensamos que ser demasiado claros puede, alguna vez, darnos alguÌn disgusto. Además, las cosas efÃmeras son las más bonitas âdijo Habiba acariciando la frente de su hija. Ana escuchaba con atención. Se imaginaba haciéndolo, y lo cierto es que le gustaba. Cuidar una relación es contagioso: lo que yo haga por ti lo harás fácilmente tú por mà en algún momento. Lo que te propongo es que para ayudarlos, en vez de darles tus consejos, les ayudes a descubrir sus soluciones. Visto asÃ, puede ser una gran ayuda para los adolescentes en un momento crucial de creación de vÃnculos afectivos y definición de su identidad. Clara dudó; estaba ante un absoluto desconocido. Antonia se disponÃa a hacer un largo viaje para visitar a su hermana. SuponÃa un giro en su forma de ayudar a la gente. Y a base de dedicar tiempo y energÃa a tus contactos, te vas a perder tus relaciones. Javier empezaba a darse cuenta de lo que Max le intentaba comunicar. Escuchar nuestro diálogo interno es fundamental para descubrir cómo nos tratamos, y para tomar consciencia de cómo probablemente tratamos a los demásâ¦. Cuando esclarecÃa, Manoj cayó al suelo con lágrimas de nostalgia y añoranza. Las respuestas llegaron al instante y todas sugerÃan periodos de tiempo muy cortos. â¿Has llegado media hora antes para aseÂgurarte de que todo estaba a punto? El hombre lo miroÌ con ojos serenos. Antonia no daba crédito a lo que escuchaba. A los pocos minutos, una mariposa se posó en la palma de la mano de Mateo. âProbablemente porque las tienes acostumbradas a que siempre dices âsÃâ. Al girarse encontró una silla vacÃa, y una mano anónima cogÃa el periódico que estaba doblado encima de la mesa. quisiera información respecto a las maestrías disponibles para mi carrera y de ser posible hacer una visita este agosto 2022 al campus de la UCLA para mayor información y detalles. â¿Y cómo decido qué relaciones cuido y qué relaciones dejo? Ahora lo tenÃa claro: aquella espera prometÃa ser todo menos intrascendente. Max, absolutamente consciente de lo que hacÃa, intercambió las tazas. Todos nuestros amigos, desde el colegio hasta ahora. Ãlex se puso a ello, y pasaron unos minutos en los que Max esperaba, pacientemente, la respuesta a su propuesta.âRealmente veo las cosas distintas. Quizás ni tan siquiera habÃa existido. Tras unos instantes de silencio, y después de intercambiar alguna que otra mirada, el hombre la interpeló con amabilidad: âNo, la verdad. Y no solo eso: estaba impoluta, con el servicio preparado. Yo fui, efectivamente, un âempollónâ en los primeros años de universidad. Asà que el muchacho viajó hasta la antiquÃsima Varanasà y llegó a la primera escuela védica de la humanidad. De valorar si realmente puedes y también si quieres. Sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a ayudar a sus hijos, asà que aceptaba todo aquello como un mal menor. Estoy seguro de que mis alumnos captan el pánico que siento en estas primeras semanas cuando piso el aula por la mañana. Pensamos que deberÃamos tener, a la hora de dar noticias que no son tan gratas, la misma diligencia que tenemos cuando damos las buenasâ. Ãlex empezaba a encajar algunas piezas, y se daba perfecta cuenta de que ciertamente, al preparar su conversación con Juanjo, no habÃa hecho más que intentarse cargar de argumentos para defender su razón. âNo te lo pienses. Se preguntaban quieÌn seriÌa el destinatario del siguiente y cuaÌndo llegariÌa. Agradecido, se dirigió a la caja con la intención de pagar su comida e invitar a Max, ya que sentÃa que le habÃa sido de gran ayuda. EntendÃa por qué a veces decÃa a los demás cosas que le sorprendÃan a ella misma, y que no le gustaban. Ãlex reflexionó unos instantes, y dijo:âMax, es realmente muy curioso, pero cuando pienso en hablar con él ahora me ocurre una cosa y es que ya no siento la necesidad de hacerlo.âEsta es la gran magia de resolver los conflictos dentro de nosotros: que cuando somos capaces de hacerlo, a menudo ya no necesitamos resolverlos con el otro. âEs que es asÃ, es un dÃa muy complicado... âQue tengo mil cosas retrasadas que deberÃa dejar hechas hoy, sà o sÃ. âSigo sin entender de qué nos sirven... âEs que, sencillamente, son inevitables si tenemos una relación abierta y franca. Hace dos años que no nos hablamos, y cada vez me apetece menos coincidir con él. Tras un silencio que se le hizo eterno, se oyó a sà misma decir: Tras lo cual, y con la excusa de un mensaje que le habÃa entrado en el móvil, salió un momento a la calle. Marta habiÌa sido la primera en intervenir: âEn mi caso, creo que lo que enturbia mi mensaje es que no soy capaz de decir las cosas con pocas palabras. Aquel juego de preguntas le habÃa hecho tomar conciencia de algo que sabÃa de ella misma, pero que nunca habÃa tenido la serenidad de abordar: asà como sentÃa siempre la urgencia de dar las buenas noticias, casi siempre carecÃa del valor suficiente para dar las malas. âYo me llamo Ana, y los odio. Éstos son los principios en los que Norman basó PHTLS … Escúchalo y compártelo. âDe lo contrario, la persona que te escucha puede quedarse con la sensación de tener que hacer algo al respecto, y de nuevo puede llevarse preocupaciones de más. QuerÃa invitar a Max. Y hasta que no vieron a JoseÌ levantando las sillas de las mesas contiguas, no repararon en la hora. TenÃa que volver, y tenÃa que volver con una decisión tomada. Max se dirigÃa a su cita semanal con Clara. Y tengo que reconocer que hasta cierto punto incluso me habéis horrorizado. Es un arrogante y un prepotente. Se instalaron en un rincón apartado que Max eligió con la idea de que no los pudieran distraer. ... ¿Crees que esta bien planteado o debería ser de otra forma en la cual disfrutemos mas de la vida y no gastar tanto tiempo en inversión de futuro?. Se lo guarda todo para ella. âNada está nunca totalmente perdido. Y supongo que, si quiero que me comprendan a mÃ, también las tengo que comprender a ellas... âEsa es la gran verdad, y permÃteme que todavÃa corrija algo; yo lo dirÃa asÃ: si quieres que te comprendan, primero las tienes que comprender a ellas. Natalia, casi divertida, le lanzó un animoso â¡Adelante, te escuchamos!â. Pero tanto MarÃa como yo te estamos pidiendo algo que supone un sacrificio para ti, algo que te resultará complejo de hacer; algo que, mientras para nosotros es aparentemente fácil y menor, para ti será una pesadilla. En mis dos preguntas y en vuestras dos respuestas tenéis la claveâ. En un momento dado, Raquel le dijo a Max: â¿Sabes qué es lo que ocurre, Max? âPero ¿por qué tengo que perderlos?âNo tienes que perderlos, pero puede que los pierdas. Llevaban más de un mes de retraso con aquel pedido. Rosa y Natalia iban interiorizando las explicaciones de Max y empezaban a conectar el sentido de todo ello con sus diferentes percepciones de Juan. âCarlos, entiendo que puedas estar pensando esto pero déjame compartir mi punto de vista: creo que aún necesitas algo de rodaje, que te permitirá cometer menos errores y tomar las decisiones con mayor conocimiento. Por cierto, mi nombre es Clara. Aquella noche oscura le imploraron perdón, reconocieron sus virtudes y admitieron que ser padres era alimentar la boca del hijo, pero también su amor propio y su corazón. También estaba siendo terriblemente injusto. Ningún indicio hacÃa pensar que alguien hubiera estado allà aquella mañana. El discurso de Max tenÃa todo el sentido del mundo. Y solo se adquiere mirando en nuestro interior y siendo, por encima de todo, honestos y sinceros con nosotros mismosâ. El amanuense lo llevó a un cuarto viejo y oscuro detrás del scriptorium, cerró la puerta a sus espaldas y encendió una pequeña lamparilla, luego lo agarró del brazo y lo guió hasta un extremo, donde hizo caer una sábana que cubrÃa un objeto. Y realmente era muy distinta. Tras dudarlo unos instantes, optó por confiar en él. Evitarlos nos lleva a dejar de defender nuestras convicciones. Refugiado en la cocina con la excusa de preparar un nuevo cafeÌ, pensoÌ en queÌ recurso podiÌa utilizar. El hombre se sentó e inició el diálogo: âMe llamo Max, y lo que me ha hecho pensar eso es que he estado observando en ustedes un montón de sonrisas y expresiones en sus caras. Max le preguntó: âRebeca, ¿te da miedo perder tu trabajo? Tras unos instantes de reflexión, Rosa le preguntó a Natalia: En aquel preciso instante se oyó una voz que provenÃa de un extremo de la barra: Natalia y Rosa lanzaron una incisiva mirada al autor de aquella afirmación, un hombre mayor, al que no recordaban haber visto entrar y que, devolviéndoles la mirada, les dedicaba una cálida sonrisa. Ya sé dónde puedes hallar lo que buscas. Antonia tardó unos segundos en decidir qué hacÃa: si se levantaba y cambiaba de banco, o si entraba en la conversación. Ella insistÃa en ir. âTe lo puedo discutir con experiencias concretas de relaciones virtuales que sà funcionan âle respondió Amaya. Pero al volver la mirada a la mesa, se encontró la silla vacÃa y la extraña sensación de que aquel encuentro no habÃa existido. Ni Mali volvió a mirar la flor que ahora le parecÃa mucho más importante, casi como sus sueños. No la avasalles con tu baterÃa de argumentos para evitar la cena. Si lo consigo, ¿cuál es el segundo paso? âAlberto, la disculpa es una decisioÌn personal. El hijo jamás lo habÃa robado, pero las palabras tienen un poder inmenso: arrastran a las personas a la altura de sus etiquetas. âCreo que necesitaré un ejemplo para acabar de entenderlo. Espero que me funcione... Carolina se quedó en el banco sentada, y de repente oyó una voz a su lado que decÃa: Desconcertada, miró en dirección al origen de la voz y se encontró con la mirada de un entrañable hombre mayor. Iñaki escuchaba fascinado. âMi hija se ha encerrado en su habitacioÌn, y al rato me ha venido su hermana y me ha dicho: âPapaÌ, Alba no salioÌ ayer. âLo intenté una vez, pero él reaccionó fatal. Convencerte de que haces lo mejor para ella, y prever que puede tener una primera reacción negativa. Por lo tanto no está mal haberlo dicho, ¿no? âEs muy generoso por tu parte el querer ayudarla, pero quizás haya otros caminos que a ella le ayuden más y a ti no te comprometan. âClaro. Soy una persona empática, sé cuando los demás sufren o les pasa algo. El grupo habÃa cambiado de energÃa. by beatriz5de5maria5y5c in Orphan Interests > Cognition ââ, Yo del que voy a huir es del âguaperasâ. Tras recorrer la sala con la mirada vio una mesa de cuatro, solo ocupada por un hombre mayor que, consciente de que no habÃa mesas libres, la invitócon un gesto a sentarse. En su desconcierto, un nuevo tren entroÌ en la estacioÌn. Pero en la amistad no deberÃa haber un sentimiento de deuda. âYa no recordaba el camino, he tenido que parar en el pueblo a preguntar. Demos a la persona enferma aquello que nos pide y que podemos asumir. fuerza, en la sociedad y aun en la política chilena, De allí en adelante, esta figura del arquitecto visi El Arribo de las Bellas Artes una cierta nostalgia de arquitectura; un … Te he hecho este comentario porque me llegaba vuestra conversación sin que pudiera evitarlo. âAhora soy yo el que te pide el ejemploâ¦, âNo necesito más que tomar el tuyo de hoy: te ha dolido que te acusaran de ver las cosas negras, porque al primero que no le gusta es a ti. Ni Mali corre hacia su madre mientras Rafael abre los brazos sonriendo con la misma cara que tiene en la fotografÃa. Dejar de dedicar tiempo a relaciones que no nos aportan nada, para dedicarlo a las que sà nos aportan. âY perdona por no habernos dado cuenta. âLos grupos, los equipos o las relaciones que están vivas tienen discrepancias. âVerá, Antonia, las personas casi nunca contamos de buenas a primeras la verdad de lo que nos pasa, y no porque queramos mentir, sino porque necesitamos un cierto calentamiento. Mientras dos de las amigas se apuntaban entusiastas a la idea, otra de ellas, Ana, se limitaba a escuchar sin pronunciarse. Carlos se lo quedó mirando. ¿Qué tenemos que hacer con WhatsApp? Ana ahora sà lo entendÃa perfectamente, y le disgustaba la idea de llevar una máscara. Dilo con cariño, con respeto a lo que ellas han elegido, pero con sinceridad. WebEn textos de Comunicación escritos por esos años, es posible encontrar definiciones tan significativas como la siguiente: El comunicador es una especie de arquitecto de la conducta humana, un practicante de la ingeniería del comportamiento, cuya función es inducir y persuadir a la población a adoptar determinadas formas de pensar, sentir y … Al final, y viendo la franqueza de su mirada, decidió seguirle la conversación: âPues sÃ, estoy convencida de que es malo. ¿Te habrÃas parado a mirarla si no tuviera la flor? âAhora estoy empezando a enfadarme. âSÃ, llamo cafés pendientes a esas conversaciones aplazadas que todos tenemos, que perjudican nuestras relaciones y que, sin embargo, no nos atrevemos o no sabemos cómo abordar. Se dio cuenta de que el silencio era la respuesta que Carolina hubiera necesitado. Esto genera mucha confusioÌn. âO sea, que te has aliado con ella para que se lo diga más a menudo âcomentó Julio con ironÃaâ. De repente a la mujer le sonó el móvil y, tras un breve diálogo, su vecino mayor pudo escuchar cómo decÃa: âEstoy encallada, me queda un montón de trabajo; id sin mi y ya nos veremos a la hora de cenarâ. ¿Es quizá un cliente habitual tuyo? La pareja estaba profundamente sorprendida: ¿tan sencillo era? Y ahora, hoy, tiene algo hermoso. âCuando tenÃa vuestra edad, yo era un alumno mediocre, sin mucho interés por los estudios. Aquello le resultaba demasiado chocante. DeciÌa: âGracias, JoseÌ, por avisarme de que teniÌa a mis amigos reunidos. En un primer instante lo ignoró y se dispuso a levantarse y a cambiar de banco, alejándose de aquel entrometido. Intenta que no sienta tus temores, pues reforzarán los suyos. Habiba se hunde y durante unos segundos solo se escucha el sonido del agua en el cauce. Con las consecuencias que esto tiene para ellas... âPues que sienten lo que usted ha descrito: que no existen para nosotros. Administración (14 Ed) - Harold Koontz, Weihrich Y Cannice | Marcia C ... - ID:5c2a7545a057f. Algo molesta porque se habÃa metido en su conversación, Eva le dijo:â ¿Defendiendo a su generación?â No, defendiendo vuestro aprendizaje.âPues será que tengo mucho que aprender de un octogenario que no sabe ni lo que es un whats âdijo Mónica. Max se levantó, fue hasta su abandonada mesa, tomó la taza de té y volvió a la mesa de Ana, todo ello con la intención de dejar unos instantes de silencio antes de decirle: âY el precio de no hacerlo es perderte la tarde de cine con tu hijo. Mateo pertenecÃa a una de las últimas promociones a las que Max habÃa dado clase y era, por tanto, uno de los más jóvenes del grupo. âMi jefe me acaba de hundir con un comentario durÃsimo. Mis padres lo aceptaron, pero una noche mi abuelo se presentó en mi habitación y me dijo: âMax, cuando tu padre tenÃa tu edad, le encantaba estudiar. Pues suéltalo ya: ¿Qué es esa famosa coraza que yo tengo tan maltrecha? Pero sà me ha sorprendido.âLo cierto es que no he podido ignorar su conversación, y me encantarÃa comentarla. Si pienso que es un exagerado, soy especialmente sensible a la más mÃnima exageración. Max lo recogió para preguntarle: Javier, sintiendo una especial confianza con aquel hombre que no sabÃa bien cómo explicar, decidió contárselo; al menos se desahogarÃa. No se trata más que de tener la sensibilidad de no andar ignorando a los demás. Ãltimamente sabÃa más de él por amigos comunes o por las redes sociales que por lo que habÃan podido compartir cara a cara, y esto le incomodaba. Ahà sà que no tengo escapatoriaâ¦, âEn esa cena han de estar los que te llenan, no los que les toca estar. Y habrá habido un crecimiento por el camino. Es la tercera actitud la que debemos cultivar si queremos ayudar a los demás a crecer como personas, a aprender de los errores. Se hizo un denso silencio, que Pepe rompió con ironÃa: âDespués de esto, creo que ya es momento de tutearnos. ¿A qué venÃa aquel comentario? ¿Y si, simplemente, se han equivocado? A Isabel le sonó el teléfono. Estaba a punto de servirse su primer café de la mañana, asà que inmediatamente fue a buscar una segunda taza para compartirlo con su amiga. âUmmmm, sÃ. Y repitió la misma frase: â¨âEs cierto, Max. SabÃa que su hermana la necesitaba a su lado. Si tú le hablas y le cuentas, le estás dando el mensaje de que es digna de tu confianza, y de que te abres con ella. Isabel cambió el semblante. TenÃa un problemón, le llamé, le pedà ayuda, y en tres minutos lo tenÃa en casa resolviéndomelo... â¡Si jamás ha pensado en nadie que no fuera él! Miguel reconocÃa que eso era exactamente lo que habÃa estado haciendo esa mañana, y se apresuró a decirle a su hijo: âSolo quiero repasar el plan de negocio contigo. Revisa los dos últimos meses. âClaro, asà lo pretendo. Estaban ocupando aquella mesa y, aunque ciertamente habÃa espacio libre, era su mesa. me titulo como arquitecto a fin de este año en la Universidad Ricardo Palma de Lima-Perú. Roberto habÃa trabajado en una gran empresa informática y hacÃa cuatro años lo habÃa dejado todo para instalarse en el pueblo de Max. Estaban ahà con la intención de recordarle la gran verdad del mundo: que cada ser humano nace como un ser noble, con el deseo de ser amado, habitar en paz y disfrutar la vida con alegrÃa. A mà no me gustan las fiestas multitudinarias. âEntre la pasividad y la agresividad hay un camino: la asertividad. Pero como has pasado tanto tiempo en Inglaterra, seguro que me lo puedes explicar.âEs una historia de alejamiento. Lo que yo defiendo nunca puede ser LA verdad. Pero ella probablemente no solo necesita oÃrlo sino que lo quiere volver a experimentar. Pero confiando en Max, le respondió:âNo lo sé, dÃmelo tú.âCompruébalo. âPues en este caso es obvio: ¿Cómo estarÃa usted en sus circunstancias? No hay garantÃa de interpretación como tampoco la hay de autenticidad. Será duro, pero viviréis momentos muy valiosos, de una gran intimidad. Le dijo: âYo soy Max. 693, Suite 1 Dorado, Puerto Rico Tel ; Fax E-correo: Internet: Puerto Rico and the U.S. Virgin Islands are part of the ELCA Caribbean Synod. AsÃ, cuando estamos en un trabajo nuevo, nos relacionamos con gente nueva o hacemos algo que no dominamos, somos especialmente sensibles a lo que nos digan. Manoj comenzó a faltar a la escuela cansado de tanta reprimenda y discursos aburridos. âPues hoy sà lo tengo claro. âHace algunos meses, un excompanÌero de trabajo me estuvo llamando insistentemente. Ni una cena con amigos. A mà me parece una persona excepcional. Mateo le enviaba una foto con una preciosa mariposa posada sobre la mano extendida de Mateo. Y lo hará mejor y en la mitad de tiempo que yo. Como si hubiera estado hablando consigo misma. ¿No es cierto?â¨. Me enrollo, me repito; es como si nunca estuviera segura de que los demaÌs me han entendido bien, como si... Bueno, exactamente como estoy haciendo ahora. TenÃa todo el sentido del mundo. Es todo lo que necesitas para dejar caer tu máscara y descubrir tu verdadero rostro. Mientras miraba la pantalla de su móvil sin baterÃa, su compañero de banco aprovechó el súbito silencio para decirle: âTe molesta de Jaime lo que probablemente no te gusta tampoco de ti, ¿podrÃa ser? Se suponÃa que lo que tenÃa que hacer era ayudarla, darle su punto de vista. Max estaba en lo cierto. Puede que ahora no tengas espÃritu positivo, pero eso no significa que no puedas adquirirlo. Una cosa es lo que serÃa deseable, y otra, la realidad. âVerás, Nacho, los conflictos son como el café con leche. âFantástico. Si siempre pides, y nunca das, terminarán por huir de tiâ¦. Llegó a la mesa, y tal y como se sentaba les dijo a sus amigas: âChicas, rectifico. Siempre es asà en mi experiencia, y por mi edad podéis suponer que no es poca la que tengo. Al final, Nacho, por propia iniciativa se lo contó: âAyer fui a recoger a Clara a su casa, y solo entrar va y me suelta: âa ver cómo educas a tu hija, que parece mentira cómo le habla a la mÃa��. Unos años más tarde, cuando la esposa de Manoj trasladaba un aparador, apareció el peine de la madre fallecida. Y de valorar si ese âsÃâ te supondrá algunas consecuencias. Si yo estoy seguro de mÃ, de mis capacidades, si me gusto como soy, mi coraza es sólida y me protege de la crÃtica. Publicado en: Diálogo académico: Comunicación, medios y sociedad política en Colombia ISBN, 978-958-8657-03-5. Y sÃ, tenÃa sentido. Pero la expresión serena y amable de su rostro la llevó a reconsiderar aquel impulso e iniciar una conversación con él. Me volqué en la carrera, y no solo me licencié sino que acabé siendo profesor de mi misma universidad. Agradecer todo lo que hagan por vosotros, por natural o usual que sea. Enseguida se explicó: âIsabel, imagina que organizas una gran cena. No tenemos por qué aceptarlo. Cuando ella quisiera, ya se lo dirÃa. Max continuó sus explicaciones. Te ayudará a valorar lo que te estarÃas perdiendo. Tengo tiempo y quiero buscar algo de lo mÃo. âNecesito hacerte esta pregunta: ¿Lo he perdido todo con Andrea? Empezaron a hablar de nuevo entre ellos. No fui consciente ni del alcance de lo que me pedÃa ni de lo que me perderÃa por aceptarlo. si pusieras un poco más de atención las cosas te irÃan de otra forma... Estos y muchos otros eran los comentarios que Pepe le estaba lanzando a Antonio sin tregua. ¿Tengo que discutir conmigo mismo? Le preguntó a Max: âVale, Max, puedo entenderlo, pero ¿cuál es la alternativa? Qué privilegio estaba siendo aquella conversación. Al final, lo que no nos está gustando de los demás es nuestro gran maestro. Quizá sea verdad que no le digo que la quiero, pero ¡no lo puede olvidar! ¿Sabes que las flores de los cactus son efÃmeras? Isabel miraba a Max con cara de sorpresa. Estoy preocupada, muy preocupada.â¿Lo has hablado con tu hija?âNo, no... No le he dicho nada. Si tú no la quieres, la pondremos en la libreta junto a la foto del abuelo para que se seque âdijo Ni Mali intentando convencer a su madre.
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